pedrosadelrey.com
La empajada
En Pedrosa, igual que ocurría en los pueblos del entorno y no tan próximos, era frecuente ocultar los noviazgos hasta que la relación no estaba perfectamente consolidada. No resultaba agradable que el pueblo fuera conocedor de la relación antes de lo deseado, pues podría ocurrir que no hubiera acuerdo entre las familias de los futuros contrayentes y esa falta de entendimiento propiciara la ruptura del noviazgo con el consiguiente sonrojo para todas las partes implicadas. Para evitar todo esto, la relación se llevaba en secreto hasta que el cura en la misa mayor del domingo hacía público el próximo enlace a través de lo que se conoce como las amonestaciones, en las que además se pedía a los asistentes que si conocían algún impedimento por el cual el matrimonio no debiera celebrarse, lo comunicase cuanto antes.
Pero no siempre era posible mantener oculta la relación durante el tiempo deseado, y de una u otra manera, se producía en ocasiones algún desliz que ponía sobre aviso a los mozos del pueblo, y estos, aprovechando la noche, unían las casas de los futuros contrayentes con un reguero de paja que, visible a la mañana siguiente, hacía público y notorio el vínculo entre los novios.
El reguero de paja se hacía con todo sigilo, preservando el anonimato de los autores para que no se pudiese atribuir la autoría a ninguna persona en concreto.
La cencerrada
Esta era otra de las tradiciones de nuestro pueblo. Es cierto que no fueron demasiados los momentos en los que se llevó a la práctica, ya que los mozos casaderos ya se cuidaban mucho de no incurrir en la infracción que motivara la "cencerrada".
Hay muchas versiones de esta costumbre, casi una en cada localidad. En algunos lugares, los mozos tocaban con estrépito los cencerros, dando la serenata, en la noche de bodas de los recién casados. En otros pueblos, los mozos tocaban los cencerros cuando alguno, o los dos contrayentes, eran viudos y se trataba, por tanto, de las segundas nupcias.
En Pedrosa, igual que en otros muchos municipios, el novio tenía que pagar los "derechos de los mozos". Esto consistía en pagar una determinada cantidad de dinero (más antiguamente vino) para que los mozos disfrutaran de una merienda o cualquier otro tipo de celebración.
Cuando el novio no cumplía con este donativo, bien por descuido o bien porque no quería hacerlo, entonces era cuando, dentro del más absoluto secreto, se organizaban los mozos ataviados con cencerros y con el rostro cubierto para no ser reconocidos y pasaban largas horas de la noche tocando los cencerros e impidiendo que en la casa se pudiera conciliar el sueño. Los cencerros se los ataban, unas veces a la cintura, otras cruzados en el pecho o la espalda cogidos con correas, o simplemente en las manos.
Los Reyes
También esta costumbre, de una u otra manera, tenía su arraigo en muchos de los pueblos de la geografía española.
En Pedrosa, la noche de reyes se juntaba toda la mocedad (antiguamente eran solo los mozos) e iban por todas las casas del pueblo pidiendo el aguinaldo y cantando:
A esta puerta honrada señores llegamos
si nos dan licencia los reyes cantamos
si les cantaremos o les dejaremos...
Con todos los donativos con que las casas del pueblo habían obsequiado a la juventud se hacían meriendas y fiestas entre los mozos. (En los últimos años, también se invitaba al pueblo a participar) Los aguinaldos solían consistir en productos de la matanza, vino, mantecadas, sequillos, turrones...
En aquellas familias donde se guardaba luto por la pérdida de algún familiar que había fallecido en el último año no se cantaba, se rezaba un Padrenuestro con la familia por el difunto y se pasaba a la siguiente casa.
Las "aluches"
En construcción